*¿Quién?*
¿Quién te ha robado de la luz del día
hasta extirparte de los continentes?
¿Quién nos separa hasta clavar los dientes
en mi nostalgia y tu melancolía?
¿Quién te descuelga de esta furia mía
con la premura de los accidentes?
¿Quién va tragando el desamor que sientes
con la indolencia de la lejanía?
¿Qué ha sucedido, donde estás ahora?
No queda luna ni agua en la ensenada
donde jugaba a ser mayor la aurora.
¿Qué ha sucedido, que se fue la nada?
Ya nadie canta, casi nadie llora,
todo es silencio porque estás callada…
Autor:
Jorge Salvador Tercero
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*Montes de Granada hermosa*
Montes de Granada hermosa,
jazmines que hay en la vega,
ojos de mujer moruna,
al irme me voy con pena.
Tierra que vio a Federico
componiendo sus poemas,
hechizo de bellas noches,
suspiros entre tinieblas...
Es el rey moro quien gime,
quien llora, quien se lamenta,
tras su obligada partida,
despojado de su hacienda.
Esta tarde, en breve rato,
he de partir y aquí queda,
sin dejar amor ninguno,
el alma de amores llena.
Aguardo volver a verte
y espero que cuando vuelva
sigas tan bella y hermosa.
¡Adiós, Granada serena!
No me extraño de las luchas,
nada me extrañan las guerras
que mantuvieron los moros
y los cristianos, sin tregua,
por conseguir tus jardines,
por conquistar tu belleza,
por ser dueños de las fuentes
de tu Alhambra, tus callejas.
Adiós, Granada, ya parto.
Veo un tren que va a Marchena;
un poco tarda aún el mío,
que va a tierras madrileñas.
Magerit también fue mora,
algo de tu sangre lleva,
pero no tiene el encanto
de tus mujeres morenas.
Y aunque castizo de estirpe,
por muy chulapo que sea,
siento en el alma honda envidia
de quien se queda a tu vera.
Adiós, Granada. Ya entiendo
y comprendo que a un poeta
bajo tu sol alumbraras.
¡Que él me transmita su emblema!
Autor:
Fracisco Escobar Bravo
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*La niña y el dragón* I Entre sueños de dragones camina con sus muñecas, carita plena de pecas enamora corazones. Ella canta sus canciones su mundo es el más feliz, con respingona nariz corre y trota entre las flores, y el trinar de ruiseñores, ya se escucha entre el maíz. II Ella tiene una muñeca y un conejo saltarín, sujetándose a la crin de un ponny, que va al galope. Para que el amor la arrope la llevará a un gran palacio, aquello será el prefacio del encanto de la rana, ocurrió por la mañana que de un beso, surgió Horacio. III Horacio, que príncipe era, a Graciela enamoró, y en amores él la unió por toda la vida entera. Sucedió en la primavera la historia de esta bambina, ella fue gran heroína de respingona nariz, que se comió la perdiz y aquí este cuento termina... Autor: Roberto Santamaria Derechos registrados
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*En mil Pedazos*
Desde hace mucho tiempo mis sentidos te reconocen,
eres pan del alma que se macera en la espera,
eres piedra derramada en la pureza de un río,
eres estrella escondida en la mitad del camino.
Pero aún te espero como estatua fría de alameda,
como raíz que se desespera buscando su tallo,
como rayo de Sol desperdiciado en el ocaso.
Eres el amor que siempre se espera despierto,
para abrigar nuestros labios dentro de un abrazo.
Mi corazón palpita agotando los sonidos,
como racimo en espera que nunca es consumido.
Eres amor, lluvia de tempestad, aroma de los rocíos,
te espera mi corazón temblando en el olvido.
Te recuerdo en un baile donde danzaban lo sentidos,
como rumos de una espiga que vuela en el trigo,
elegancia en el susurro, cadencia en la cintura,
frescor en la pupila; el alma entera en la mirara.
Regresa a mi mundo mariposa encantada.
cerca del mío se cierran tus ojos,
lejos de tu sombra ya no veo nada.
Desde hace mucho he recorrido tus montes del diluvio,
y en cada siglo he gozado mujer de los mil sueños.
Ahora o nunca. Te quiero en mis brazos,
sino mi vida reventará en mil pedazos.
Autor:
Manuel Coronel
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*La muerte del torero*
Los carteles están hechos
la corrida va a comenzar,
los toros de lidia
en el establo están
el torero en la capilla
de rodillas
le reza a su virgen morena.
El cielo está azul
el torero, en traje de luces,
sale al ruedo,
da una vuelta y lanza
su montera a su amada.
Comienza la faena
ya le ha clavado unas banderillas,
entre pasodobles
la gente grita exaltada ¡ole, ole!
Con cada manoletina que da el torero
el sonido casi uniforme de otro ¡ole, ole!
no se deja esperar,
la novia desde la grada
al torero le grita,
se descuida
y el toro lo cornea,
el mozo de espalda
brinca al ruedo.
Era una tarde taurina,
en la Maestranza Cesar Girón
de Maracay,
un torero dio su vida
al mirar a su amada,
en la arena se desplomo,
la tarde se enrojeció
¡Muerto el torero!
¡Que ha muerto el torero!
grita el mayoral
¡Que ha muerto!
¡Qué grande fue el torero!
¡Qué grande fue su faena!
¡Qué grande es la pena!
En la plaza esta su huella,
la arena de rojo se tiñó,
ella llora su dolor.
La tarde se fue triste
roja, de agonía,
el torero, se fue al cielo
vestido de luces
y lleno de valor.
Autor:
Marco61
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