Hay una mujer que vive en mi ser
unida a mí como un espíritu,
ella entrega cada día su querer
sin recibir nada a cambio.
Tiene la fuerza de un ser sobrehumano,
la mirada aguda de un águila tenaz,
ella para mis primeros pasos dio su mano,
en mis momentos tristes lleva mi cruz.
Ella es una diosa, soberana y pura,
mi pena no entristece su alma,
ella es mi fuerza, mi voluntad, mi cura,
la que durante la tempestad pone la calma.
Hoy sobre esa mujer divina y bendita
el peso de la vida su cuerpo ha transformado,
su frente pensativa se halla mas raída
pero su noble corazón no ha cambiado.
Me dirán que grande mujer la que conoces,
la que ha cautivado todo tu amor,
no tengo palabras para nombrarlas como ves,
sólo puedo decir que esa mujer: es mi Madre
Autor: Federico Mendo Sánchez
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