A MI MADRE
A esa dama de tierna y dulce sonrisa
de mirada triste, de inmensa ternura,
guarda en su corazón tanta hermosura
que ni el tiempo ha podido borrar con su prisa.
A esa dama que se adueña de la brisa
y hasta el sol se enamora de su frescura,
estampa americana, amor y llanura
respetada mujer, dorada poetisa.
A esa dama quien por mi sufre el desvelo
cuando por esas noches aún no llego,
y me espera silenciosa en rezo eterno.
A esa dama que comprende mis errores.
y hace suyos mis tropiezos, mis dolores
yo la nombro bella flor, entre las flores
***
Barbara
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martes, 11 de mayo de 2010
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